Decía Kapuscinski refiriéndose al
periodismo “Los cínicos no sirven para este oficio”, lo creo cierto y aplicable
no sólo al periodismo, aplicable en historia, en ciencias políticas y en
general en las ciencias sociales y también, por qué no, en la vida diaria.
Se nos machaca a diario y desde
todos los frentes una supuesta irracionalidad cuando tratamos de pensar en un
mundo mejor, mientras se nos presenta una realidad inamovible donde los
salarios cada vez alcanzan para menos, las prestaciones de ley cada vez son más
ridículas. Una realidad que no podemos cambiar, donde resulta del todo legal y
racional que el patrón te despida después de diez años porque no quiere que el
empleado genere antigüedad. Nos enfrentamos así a un cinismo con tintes
racionalistas donde los amos explican en términos accesibles porque las
próximas generaciones no tendremos acceso a una jubilación digna, para que
ellos tengan siempre mayores ganancias bajo el discurso de que puedan invertir
más y generar más empleos, sin decir jamás que se trata de subempleos, macjobs,
doble turno en wallmart, etc.
Ante esto se nos pide, de la manera más cínica, que nos convirtamos
en cínicxs. Puesto que vivimos en un mundo que no podemos cambiar; se debe votar
por el partido que va a ganar y se trata de sacar el mayor provecho posible de
la situación, si te mueves no sales en la foto. Es así y nada podemos hacer, al menos eso es
lo que pretenden que creamos y se comportan en consecuencia. El problema es que
a su vez, nosotrxs como borreguitxs nos comportamos también en consecuencia.
Quien busque otro camino se
vuelve idealista, irracional o utópico
en el mejor de los casos.
Y es que a veces caemos en el
engaño de la superioridad del Estado, es su invencibilidad, en victorias que no
son, que nunca han sido. Y es cuando caemos en la falsedad de las victorias del
Estado, cuando las creemos, que perdemos. Puesto que olvidamos que nunca se trató de un juego
limpio y limpias nunca han sido sus disque victorias.
En el inter de la supremacía del
Estado, éste, que no es más que la cúpula del poder, ricos, funcionarios,
narcotraficantes, empresarios y sus sirvientes, continúan con el despojo. Ya no
se trata de caciques, ni terratenientes o al menos ya no se les llama
así, ahora viene el narco, más silencioso pero también más sanguinario, vienen
las compañías mineras que casualmente o más bien precisamente hicieron del
Mineral de Dolores uno de sus nidos mejor encaminado, vienen las compañías del
fracking a hacer aquí lo que ya les empiezan a prohibir en Estados Unidos, y
ahí van depredando los recursos naturales de nuestro territorio a cambio de
empleos temporales y riesgosos y seguirán exprimiéndonos más horas de trabajo y
de sueño, mientras sigamos pensando que es así y que nada puede hacerse.
Bonito cuento para antes de
dormir, y después llevarnos al matadero.
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