"…Después vinieron las masacres de Aguas Blancas y Acteal, y no hice nada porque no era zapatista, ni campesino. Después vino la represión en Cancún, Guadalajara y Atenco, y no hice nada porque no era altermundista, globalifóbico ni comunero. Después llego la PFP a Oaxaca y no hice nada porque no era oaxaqueño. Después mataron a más de cuarenta mil personas entre narcos, sicarios, soldados, policías y miles de inocentes y yo no hice nada porque me paralizó el miedo. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hacer algo por mí."

Frase reeditada a la mexicana por su servilleta, se le atribuye erróneamente a Bertolt Brecht en realidad la dijo/escribió (¿?) Martin Niemoeller.

jueves, 8 de octubre de 2015

Bronce inmortal



Algún día seremos un recuerdo y no mucho después,  todo aquel que pudiera recordarnos también habrá muerto.

Ahora bien en caso de que alguien se encandile en ilusiones de fama, grandeza o inmortalidad y alcanzara algo de eso,  debería tomar en cuenta que por más profunda que pudiera ser su huella en la historia las generaciones siguientes, en el mejor de los casos, fundirían su recuerdo, lo inmortalizarían en bronce y lo colocarían en una plaza para que, invariablemente,  algún tiempo después su solemne figura se gane una aureola grisácea cortesía de las aves.

Moraleja: Sueños de inmortalidad y aspiraciones de grandeza pueden ser coronados con mierda de paloma.





No hay comentarios:

Publicar un comentario