Algún día seremos un recuerdo y
no mucho después, todo aquel que pudiera
recordarnos también habrá muerto.
Ahora bien en caso de que alguien
se encandile en ilusiones de fama, grandeza o inmortalidad y alcanzara algo de
eso, debería tomar en cuenta que por más
profunda que pudiera ser su huella en la historia las generaciones siguientes,
en el mejor de los casos, fundirían su recuerdo, lo inmortalizarían en bronce y
lo colocarían en una plaza para que, invariablemente, algún tiempo después su solemne figura se
gane una aureola grisácea cortesía de las aves.
Moraleja: Sueños de inmortalidad
y aspiraciones de grandeza pueden ser coronados con mierda de paloma.
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