"…Después vinieron las masacres de Aguas Blancas y Acteal, y no hice nada porque no era zapatista, ni campesino. Después vino la represión en Cancún, Guadalajara y Atenco, y no hice nada porque no era altermundista, globalifóbico ni comunero. Después llego la PFP a Oaxaca y no hice nada porque no era oaxaqueño. Después mataron a más de cuarenta mil personas entre narcos, sicarios, soldados, policías y miles de inocentes y yo no hice nada porque me paralizó el miedo. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hacer algo por mí."

Frase reeditada a la mexicana por su servilleta, se le atribuye erróneamente a Bertolt Brecht en realidad la dijo/escribió (¿?) Martin Niemoeller.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Nuestros odios, sus dividendos



Me pareció bastante bueno el texto, hace unos días platicaba con un buen amigo la facilidad con la que puede surgir la palabra odio en  una discusión sobre la situación política en nuestro país. Y de verdad resulta fácil que emerja ese sentimiento, nomás basta un breve recuento del tipo: carestía, inflación, corrupción, violencia, fraudes, abuso de autoridad, masacres, tortura, desapariciones  y podríamos seguir de largo, pero wueno, no se trata de eso.

La cuestión es que el odio le viene bien a quienes detentan el poder, el odio de los de abajo, siempre y cuando se mantenga entre los de abajo. Porque los de arriba, ora sí parafraseando  una obra de teatro chafa de hace unos años “entre ellos podrán despedazarse pero jamás se harán daño”. Tonces a ellos pues claro que les viene bien que no trabajemos juntos, les viene bien que no lleguemos a  acuerdos, les viene bien que no nos solidaricemos con las luchas de otros grupos o gremios, y por supuesto les viene bien el odio.

Siembran miedos para cosechar odios, nos señalaba hace tiempo Chomsky, lo incitan, lo convierten en un bien de mercado, en un producto comprable, no lo dan en oferta y nosotros lo adquirimos hasta gustosos. Seguido plagado de afirmaciones que aluden a una supuesta naturaleza violenta de los seres humanos, otras con afirmaciones bastante superficiales sobre fundamentalismos religiosos. En el caso mexicano, escuchamos que se padece de una especie de condición intrínseca, algo así como una “identidad nacional”, que incluye una predisposición a la corrupción, al agandalle, a ser flojos, etc. 

Total que la realidad de los de abajo está determinada por su propia “naturaleza”, las condiciones de miseria, despojo, insolvencia y un largo etcétera es resultado de ellos mismos, y en últimas y muy esporádicas ocasiones, de quienes nos gobiernan o detentan el poder.  Y para que todo eso funcione para los de arriba hace falta por supuesto un factor de enemistad y enajenamiento entre los de abajo, por eso es que el odio les viene muy bien.
Puso una amiga hace unos días una frase bastante certera: “Sus guerras, nuestros muertos”

Wueno dejo la nota, que se me hizo chida aquí abajo.

http://internacional.elpais.com/internacional/2015/11/22/actualidad/1448197811_493273.html


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